La armonización facial consigue tener conocimiento detallado de la anatomía y el proceso de envejecimiento, para poder analizar las estructuras anatómicas del rostro de cada paciente y entender como se van modificando con los años para identificar la causa de los signos de envejecimiento y tratarlos desde su origen. Cada paciente es único y cada tratamiento debe ser personalizado, pues en el proceso de la armonización facial se valoran los rasgos y facciones globalmente de cada persona, no solo de manera estática sino también dinámica.

Se realiza un abordaje anatómico global que es casi artístico, evitando enfocarse a la corrección de un rasgo concreto.

Lo más importante es valorar si es necesario reponer el volumen de las estructuras de soporte profundas y después mejorar el estado de los tejidos más superficiales, concluyendo con los detalles.

El experto analiza en base a la forma del rostro (ya sea triangular, cuadrado, oblongo o redondo), la expectativa del paciente y las áreas que deberá de tratar según lo amerite el caso en particular.

Después del diagnóstico, se define el producto, la marca, la densidad y la técnica de aplicación para embellecer, reestructurar, feminizar o masculinizar un rostro totalmente, logrando después de la aplicación del tratamiento, restaurar las facciones según la anatomía, resaltando los rasgos de cada persona obteniendo un resultado armónico integral y natural sin necesidad de dolor, sedación o cirugía.

Los resultados se visualizan de manera inmediata, sin embargo, después de algunos días llega a su punto óptimo la revitalización facial, dando resultados por 12 y hasta 18 meses, mismos que pueden variar dependiendo de los hábitos de cada paciente.

A través la armonización facial es posible lograr resultados naturales y satisfactorios, resaltando la belleza única de cada persona y brindando un aspecto facial más equilibrado y estéticamente agradable.